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Bolivia, Ecuador, Perú y Colombia han tomado la iniciativa para actuar por el clima y los recursos hídricos, promoviendo una visión común sobre la adaptación al cambio climático, mediante el intercambio de prácticas a nivel regional. Colombia se centra en la agricultura de alta montaña en la cuenca del Lago del Tota.

BOGOTA D.C.- Como países andinos, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia comparten, por un lado, una riqueza biológica, ecosistémica y cultural única, y por otro, la vulnerabilidad al cambio climático que imponen las condiciones geográficas y socioeconómicas particulares de la región: temperaturas más cálidas, aumento de la intensidad de la lluvia, incendios, sequías, heladas, inundaciones y deslizamientos de tierra son algunos de los eventos extremos que alteran el ciclo del agua y ponen en peligro los ecosistemas y la subsistencia de sus poblaciones.

En un esfuerzo regional, estos 4 países han tomado la delantera para actuar por el clima y los recursos hídricos, promoviendo una visión común sobre la adaptación al cambio climático, mediante el intercambio de conocimientos, metodologías y prácticas a nivel regional. Cada país ha priorizado un sector al que considera el más estratégico para actuar:

El trabajo de Bolivia, por ejemplo, se centra en incluir criterios de cambio climático en las políticas nacionales del sector de agua potable y saneamiento básico; además de promover medidas de adaptación al CC como la forestación y el reaprovechamiento del agua lluvia. Ello, teniendo en cuenta que el acelerado crecimiento poblacional -(manifestado en los asentamientos en zonas de riesgo-, la gestión inadecuada de los residuos sólidos, la falta de limpieza de los sistemas de dreanje pluvial y el aumento en la intensidad de la lluvia que lo hacen uno de los países más vulnerables a inundaciones y deslizamientos en Latinoamérica.

En Colombia, por su parte, la acción se se centra en analizar la interacción de los principales actores de la cuenca con los diferentes escenarios climáticos, para fomentar sistemas agrícolas resilientes y fortalecer organizativamente a la población, a través del desarrollo de instrumentos de planificación territorial.Las actividades productivas, sumadas a los impactos del CC en el recurso hídrico y el cambio de uso del suelo, alteran el balance del ciclo del agua, repercutiendo en el abastecimiento para los diversos actores.

En Ecuador, las lluvias extremas o las sequías prolongadas afectan la disponibilidad de agua para el sector hidroeléctrico. En el caso de lluvia excesiva, se produce mayor número de deslizamientos y daños en la infraestructura. Por otro lado, las sequías ponen en riesgo la provisión de energía para la población. El trabajo consiste en generar evidencia y propuestas innovadoras para incluir las consideraciones del CC de manera transversal desde la planificación hasta la implementación de actividades del sector, asegurando la calidad de los ecosistemas y la resiliencia de las poblaciones cercanas, referidas específicamente a la energía hidroeléctrica de pequeña y mediana escala (Napo y Azuay).

En Perú, el riego de pequeña escala es clave para la sostenibilidad de la agricultura en este país, donde como consecuencia del cambio climático, por un lado, la falta de infraestructura de riego afecta a los agricultores durante épocas de sequía y, por otro, la infraestructura instalada se ve afectada por deslizamientos e inundaciones. A nivel nacional se trabaja en la inclusión de criterios de cambio climático en el diseño e implementación de proyectos de inversión pública en sistemas de riego tecnificado, así como su inclusión en políticas, normas e instrumentos técnicos para asegurar la agricultura familiar.

Igualmente, el país viene trabajando en la generación y fortalecimiento de conocimientos, habilidades e insumos para el cumplimiento de sus metas climáticas, conocidas también como NDC.

A través del Proyecto Adaptación a los Impactos del Cambio Climático en los Recursos Hídricos de los Andes – AICCA, se genera información científica sobre la variabilidad y el cambio climático, su impacto en los recursos hídricos y las repercusiones en los sectores de intervención.

Posteriormente, estos conocimientos se transfieren a instrumentos y políticas de adaptación; además, se implementan acciones piloto para mejorar la resiliencia de los ecosistemas y poblaciones. Algunos ejemplos son: restauración ecológica, sistemas de riego, sistemas de alerta temprana, construcción de invernaderos, producción agropecuaria sostenible, servicios de información agroclimática, fortalecimiento de capacidades locales, cosecha de agua, gestión de residuos sólidos, sistemas urbanos de drenaje sostenible, entre otras, y considerando siempre la transversalización de los enfoques de género, interculturalidad e intergeneracional.

Actualmente, se han generado 13 productos de conocimiento sobre la vulnerabilidad al cambio climático de los sectores priorizados. Esta información fue transferida a 4 instrumentos de gestión y política pública. Con las acciones de adaptación, se ha beneficiado directamente a 1.287 personas y se ha mejorado la planificación para el manejo de 408 mil hectáreas de áreas protegidas nacionales.

A mitad de proyecto, se ha conseguido consolidar la información de estos esfuerzos regionales en un solo lugar como insumo para el intercambio y el aprendizaje conjunto. Se trata del portal web AICCA (https://aicca.condesan.org/ ), donde se puede acceder a los objetivos, avances, resultados, publicaciones, fotografías, videos, testimonios y noticias sobre la Adaptación a los Impactos del Cambio Climático en los Recursos Hídricos de los Andes.

El proyecto AICCA es financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM/GEF), implementado por CAF - banco de desarrollo de América Latina - y ejecutado por Condesan - Consorcio para el Desarrollo Sostenible de la Ecorregión Andina.