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Bogotá, Septiembre 9 de 2011 (Unimedios).- Un alto nivel de recursos ambientales caracterizan a la zona conformada por el Bajo Putumayo y la Alta Amazonia, evidenciado por la presencia de flora y fauna propias del lugar en el que se destaca la presencia de dos tipos de ecosistemas: uno típicamente identificable con la Cordillera de los Andes y otro con la Región Amazónica.

Sin embargo, las más de 140 especies de aves, entre ellas el pato pico de oro, el pato colorado y otras en vía de extinción como el oso de anteojos, el tapir de montaña, el lobo andino y el mono churuco de montaña se han visto afectadas por la extracción petrolera que desde la década de los 60 caracteriza la zona, según explica Raúl Alberto Angulo, investigador de los procesos de economía extractiva de la UN. “El petróleo ha significado transformaciones en la calidad del entorno (el estado del ambiente) y en la calidad del medio (agentes contaminantes), que propician el deterioro no solo de las especies, sino del terreno y sus habitantes”, aseguró.

Para la extracción del recurso existen varias etapas que generan impactos negativos, como la exploración sísmica, las perforaciones exploratorias, la producción, el transporte y finalmente la refinación, etapas en las que se presentan situaciones como generación de desechos, contaminación por quema de gases, contaminación sobre los suelos, deforestación, entre otros, y aunque ahora existe regulación para estos procesos, no son suficientes, explicó el científico.

“Por ejemplo, en el momento inicial de exploración sísmica se talaron amplias franjas selváticas para la construcción de carreteras, helipuertos y plataformas. Para el caso de la construcción de la Carretera Santa Ana-Orito para un tramo de 46 kilómetros, 125 hombres cortaron 250.000 troncos para empalizar el terreno y darle un soporte; además, un grupo de 60 volquetas y 6 remolques volcaron centenares de gravillas que fueron obtenidas del río Orito”, resaltó Angulo.

A pesar de las regulaciones para hacer evaluación de impacto ambiental por parte de las empresas petroleras, “los estudios se hacen previo a la explotación y no son suficientes, no hay una exigencia de seguimiento a estos. De igual forma, al revisar los informes de las Corporaciones Autónomas Regionales, todos parecen haber sido copiados, salvo algunas cifras y nombres”, reveló Yolima Devia Acosta, antropóloga de la UN y geógrafa, quien ha analizado las implicaciones de la exaltación petrolífera en la historia colombiana.

Riquezas momentáneas

“Siempre se ha visto que las compañías petroleras son de algún modo las salvadoras para las regiones, pero en realidad y aunque generan obviamente grandes recursos, hay muchos daños, no solo en materia ambiental, también social y cultural”, aseguró Devia.

Además de los altos flujos de dinero que genera el sector para los municipios de las zonas de explotación, e incluso para quienes migran con el fin de acceder a los salarios propios de la industria, “la explotación genera flujos externos (réditos nacionales), que son muy favorables para el país. Sin embargo, la extracción de petróleo está centrada en la inmediatez: entre más rápido se pueda extraer el recurso, mejor, y eso genera consecuencias sociales”, explicó Angulo.

Según datos de la Dirección Nacional de Planeación establecidos en el Plan Plurianual de Inversiones 2011-2014, en la actualidad el departamento del Putumayo cuenta con un índice del 36% de necesidades básicas insatisfechas (NBI), que evidencian la carencia de garantías a largo plazo de la industria, que si bien genera regalías que deben ser utilizadas para disminuir las tazas de NBI, estas son subutilizadas.

“Con las regalías se han construido hospitales, salones, vías, pero la gente ha abandonado gradualmente la agricultura y los trabajos de la región porque están acostumbrados a ganar mucho por hacer cosas como cuidar una puerta, por talar un árbol. La infraestructura está ahí pero se está perdiendo, y entonces es cuando uno se pregunta qué tan verdadera es la riqueza del petróleo cuando se mira a estas poblaciones”, señaló la antropóloga.

En lo corrido del 2011, las regalías por la explotación petrolera en Colombia han sido de $ 51.303”077.160, según cifras de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), con intervención de 25”570.130 hectáreas en exploración y 2”090.941 en producción. No obstante y a pesar de la naturaleza no renovable de la economía petrolera, los investigadores esperan que la producción en el país, con una aplicación más eficaz de las normas, esté encaminada hacia la explotación sostenible.