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Johnathan observa las cepas (microalgas), desde las cuales se puede desarrollar todo un sistema productivo (Foto: Christian Villamil)

Esta microalga, también conocida como súper alimento, crece en una pequeña finca de la vereda Caney Medio, en Cumaral (Meta), donde un joven emprendedor le apostó a sus propiedades antioxidantes, nutritivas, neuro y cardio protectoras. (Por María Luz Ayala V.)

CUMARAL (Meta). - Una puerta de metal, ubicada en la margen izquierda de la vía pavimentada que lleva a la vereda de Caney Medio, en pleno piedemonte llanero, esconde una piscina de 45 mts de largo por 10 metros de ancho y no menos de 30 centímetros de profundidad, en la que se cultiva alrededor de una tonelada mensual de espirulina orgánica.

Consumida desde hace cientos de años por los aztecas y mayas -en México-, esta microalga en forma de espiral ha sido incluida por la NASA en la dieta para las tripulaciones de los viajes espaciales, por su alto contenido de proteína y nutrientes. Y, sobre todo, por su enorme capacidad de fijar CO2 y liberar oxígeno.

Para instituciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la espirulina es considerada como el mejor alimento para el futuro, debido a sus propiedades nutritivas por su alto contenido en proteínas y vitaminas naturales, tales como A, C, E y varias del complejo B, entre las que se destaca la B12. Adicionalmente, es fuente de minerales como hierro, magnesio, calcio y zinc, y contiene ácidos grasos esenciales como omega-3 y omega-6, que resultan básicos para la salud neuronal y cardiovascular.

Desde la ciencia, una revisión realizada en 2022, por investigadores de las universidades de Foggia y de Bari (Italia) y publicada en la revista Nutrients, sobre los potenciales beneficios de esta microalga en la salud del cerebro, advierte que dicho suplemento podría ofrecer propiedades neuro protectoras, al reducir el estrés oxidativo y actuar como antioxidante, lo que podría contribuir a disminuir el riesgo de enfermedades neurodegenerativas relacionadas con la edad, como el Alzheimer.

En el mundo, el mayor productor es China, seguido por India y por Estados Unidos. En el ámbito latino, Chile, con alrededor de tres toneladas al mes, y Ecuador, con 2,5 toneladas, llevan el liderazgo. En Colombia, según Jonathan, se estima una producción mensual de 500 kilogramos (seca) aproximadamente. Pero su espíritu emprendedor y el hecho de que la espirulina también se puede aprovechar en nutrición animal, como bioestimulante para las plantas y para extraer biocomponentes, lo mantiene al frente de este proyecto, con la intención de incrementar sustancialmente la producción actual, si se tiene en cuenta que nuestro país importaba, a 2012, alrededor de 32 toneladas al año.

En la piscina instalada bajo invernadero, donde se cultiva la espirulina, un tipo de rodillo gigante con aspas va moviendo las algas las 24 horas para llevar a la superficie a las que están en el fondo, de tal manera que puedan recibir la luz del sol, ya que se trata de unas micro plantas fotosintéticas que absorben CO2 y liberan oxígeno en forma permanente

Las cepas (micro algas) que se siembran son imperceptibles al ojo humano, por lo cual se requiere un seguimiento microscópico. En un tubo de ensayo, Jonathan muestra lo que aparentemente es solo agua. Sin embargo, con ese contenido puede iniciarse todo un sistema productivo que se prolonga todo el año, porque las microalgas crecen sin parar.

Aunque por ser orgánico no necesita ningún tipo de herbicida o de pesticida, se trata de un cultivo exigente, porque, tal como lo explica Jonathan, estas algas deben cultivarse en agua potable microfiltrada y sales minerales, a lo que se suma buenas prácticas de manufactura, para evitar la presencia de bacterias o toxinas y obtener la máxima calidad. De ahí que una de las primeras adecuaciones que debió hacer cuando decidió cultivar, fue un equipo de tratamiento del agua, además de áreas de procesos que cumplen con la normatividad sanitaria vigente.

De igual forma, es fundamental controlar y monitorear parámetros,  como la temperatura, que no debe sobrepasar los 37° C, y el ph del agua, que debe estar en 9 y 10,5. También es claro que, en agua más rica en minerales, el cultivo es más productivo. Bajo esas condiciones, Jonathan adecuó el espacio para las dos piscinas que montó, desde las cuales recoge a diario la cosecha con una especie de cedazo, en el cual va separando la biomasa del agua. Así mismo, cuenta con equipos de deshidratado, secado y de empacado al vacío de la producción que va prensada. Las otras presentaciones son en polvo, en crunchies (crocantes) y fresca congelada.

Este emprendedor llanero adquirió las primeras cepas de su cultivo en Estados Unidos y hoy la produce de alta calidad, al punto que su empresa cuenta con el sello USDA Organic para Estados Unidos y CE 884 (estándar para la Unión Europea ) y, por supuesto, con el  registro de Invima.

El alcance de sus ventas también va en crecimiento. Ya no solo vende en el país, sino que ha realizado los primeros envíos a Perú, Canadá, Estados Unidos y Suiza. Adicionalmente, a la par con la venta del producto, ofrece asesoría para cultivar esta especie, ya sea para consumo familiar o comercial.

Y es que la manera como Jonathan “vende” las propiedades de esta microalga es altamente convincente. Lo hace desde su experiencia familiar, primero, con el episodio que vivió su padre a raíz de un cáncer. Jonathan lo convenció de consumir espirulina con su dieta diaria y él se recuperó pese a los pronósticos médicos. Personalmente, también cuenta cómo logró superarse en tan solo 15 días, de una anemia que adquirió en un viaje a una región selvática del país.

Recomienda la espirulina especialmente para deportistas, porque al incrementar la producción de hemoglobina les imprime energía, mantiene la masa muscular y ayuda a prevenir calambres. También la acoseja para devolverle la tonificación a la piel, como antioxidante y como una proteína que combate la obesidad.

Jonathan, quien en 2019 se ganó una convocatoria de Colciencias para su proyecto, no para de hablar de los beneficios de esta microalga, sobre la cual la ciencia sigue avanzando, descubriendo nuevas propiedades que refuerzan el calificativo de súper alimento.

Recuerda que su interés por esta planta diminuta comenzó hace varios años, cuando ingresó a trabajar en una empresa en Cumaral, que la producía y la vendía como suplemento alimenticio. Empezó a observar el ciclo productivo y a indagar más y más sobre este producto. Viajó a Bogotá, con el propósito de estudiar medicina, pero terminó matriculado en Ingeniería de Alimentos en la Universidad Agraria. No obstante, nunca abandonó su pasión por la espirulina. Después de terminar la carrera volvió a su tierra y con el apoyo de su familia y de personas que le creyeron y le brindaron ayuda económica, echó a andar la idea de su propio cultivo.

Hoy, en la empresa Nutré -su nombre comercial-, trabaja con sus hermanos Fabián y Diego, y un joven estudiante que se encarga del empaque. En este momento, distribuyen el producto en Villavicencio, Bogotá y Medellín, pero quieren llegar a más ciudades porque las posibilidades de desarrollar toda una industria alrededor de la espirulina son para pensar en grande.La espirulina se puede consumir con frutas, ensaladas, sopas, entre otros alimentos.